La Semana Santa de 2013 está siendo pasada por agua, pero muchas hermandades no se dejan acobardar por las previsiones de lluvia y se arriesgan a salir de sus iglesias en dirección a la Catedral. Muchas de ellas finalizan su estación de penitencia sin que una gota de agua haya hecho acto de presencia, pero otras tantas tienen que refugiarse de tremendos aguaceros en templos que encuentran en su camino.
Es en estos momentos cuando empiezan las voces de los escépticos que dicen: «No debería haber salido, se van estropear unas obras de arte valiosísimas». Pero los priostes y capilleres de las hermandades saben cómo actuar en estos casos para que las imágenes y los pasos sufran el menor daño posible, gracias a los consejos de los restauradores.
El capiller de la Lanzada, Manuel Garrucho, es uno de los encargados de actuar en caso de que las imágenes de la Hermandad se mojen durante itinerario al Templo Metropolitano. Para Manuel, los pasos a seguir en caso de que se mojen: en primer lugar, es no tocar el dorado, pues al humedecerse el pan de oro se puede desprender de la madera de la canastilla. En cuanto a las imágenes, la forma de proceder varía dependiendo de cuánta agua haya caído. Si las vestiduras de la imagen llegan a empaparse y mojan la talla, deben retirarse cuanto antes. Sin embargo, si simplemente está húmeda se dejará secar sobre la imagen, siempre y cuando no corra ningún riesgo.
En el año 2007 la Hermandad de la Candelaria fue víctima de un inesperado chaparrón que provocó que el misterio de Nuestro Padre Jesús de la Salud tuviera que refugiarse en la iglesia de la Anunciación. En este caso, el restaurador Pedro Manzano utilizó papel de cocina para secar la imagen del Cristo, cuyas ropas forman parte de la talla. Dando ligeros toques sobre la madera quitó el exceso de agua para que la imagen no se estropease. Lo mismo hizo con la canastilla del paso del Señor de la Salud.
Fuente: Pasión en Sevilla
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