La Mantilla en Semana Santa

En el siglo XVII empiezan a usarse las mantillas de encaje como se aprecia en algunos retratos femeninos de Velázquez, formando parte del guardarropa de algunas mujeres elegantes y damas de alta condición social, sustituyendo las mantillas de paño y seda usadas casi exclusivamente hasta entonces por las mujeres de pueblo, por estas de encaje. Si bien su uso generalizado no fue hasta entrado el siglo XVIII. La mantilla es una prenda tradicionalmente española y ninguna otra nación la lleva en su vestimenta femenina salvo las mujeres hispano americanas a las que se les llevó junto con otras muestras de nuestra cultura hispana.

Para todas aquellas que planean lucir tan famoso y tradicional complemento para el Jueves y/o Viernes Santo, damos unas pautas que deben seguirse para cumplir con el protocolo establecido para tal atuendo.

En primer lugar, y como base para lucir la mantilla acorde con su finalidad, tenemos que recordar que la misma se luce en señal de luto por la muerte de Nuestro Señor, por lo que es traducción de duelo y respeto. La mujer que se viste de mantilla, debe saber que no es sólo lucirla sobre la peineta sino escoger minuciosamente todos los detalles que acompañen en el estilo y significado a dicho tocado.

El traje debe ser negro, de luto, sobrio, sin escote pronunciado, ni volantes, ni brillos, ni gasas, ni encaje tienen cabida. Deberá estar confeccionado preferentemente en terciopelo, seda, muaré o crepé. Un vestido sencillo, por debajo de la rodilla, ajustado y de manga larga o francesa, o de lo contrario, con chaqueta que cubra los brazos.

Colocación Jueves Santo
Cabello descubierto
Las medias siempres lisas y negras pero, no opacas ni tupidas ni con brillos, encajes o dibujos. El zapato ha de ser negro, cerrado o de salón y de tacón medio (como mucho 7 centímetros). De la misma forma, se cubrirán las manos con guantes negros, aunque el protocolo deja margen en la elección del tejido.

Puede llevarse un rosario en color plata o azabache y los pendientes deberán ser en dichos colores u oro blanco con brillantes o circonitas. También quedan admitidas para este atuendo las perlas pero bajo ningún concepto, los corales. De la misma forma, queda admitido el uso de una gargantilla discreta a juego con los pendientes o de perlas.

Respecto al maquillaje, obviamente debe ser discreto pues no olvidemos que la mantilla del Jueves y Viernes Santo se luce en señal de luto. Así, debe evitarse a toda costa llevar los labios de un color llamativo como el rojo. Manicura en tonos pálidos ,una buena manicura francesa o un rosa pálido es lo ideal.

Como base, deberá llevarse el pelo completamente recogido en un moño sin pelos sueltos ni caracoles. Un moño básico con anchura suficiente para soportar el peso de la peineta y la mantilla, aunque para reforzar su sujeción podrán utilizarse peinecillos de carey.

Una vez recogido el pelo, luciremos la peineta o teja que pueden ser de diferentes tonalidades (desde las más claras a las más oscuras) y de forma variable, pues existen en acabado redondo, cuadrado o rectangular. De la misma forma, pueden ser listas o con dibujos calados, aunque éstas últimas son las más comunes. En cuanto al material, las típicas peinetas de carey encuentran en la actualidad su sustituto perfecto con el celuloide, que abaratan su precio para hacerla más accesible al gran público.

Colocación Viernes Santo
Cubriendo el cabello
Colocada la teja, se abrirá el paso a la mantilla, que para el Jueves y Viernes Santo debe ser completamente negra en señal de duelo. El largo debe estar ajustado a la persona que la viste, su largo trasero jamás debe ser más largo que el largo de la falda, la parte delantera debe ser indiscutiblemente a la altura de las manos. Para evitar el molesto vuelo de la mantilla, es una buena opción colocar unos pequeños alfileres de cabecilla negra sujetando la mantilla a los hombros, haciéndolo de una forma holgada (no tirante).

Y como elemento impresdindible para la sujeción de la mantilla, la misma debe quedar unida a la peineta mediante un broche que debe ser de plata o de oro blanco, aunque existen materiales que imitan a la perfección a la plata y son una buena opción para estos tiempos de crisis.

Evidentemente, las niñas pequeñas no se visten de mantilla. ¡Ah! Y nada ir solas, siempre acompañadas. Lo bonito de esta tradición es ir heredando de madres a hijas, abuelas a nietas, tías a sobrinas, en definitiva, dentro del matriarcado familiar sobre todo la peina, la mantilla y los accesorios. 
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